sábado, 1 de febrero de 2014

Despojándonos del viejo Hombre

Despojándonos del viejo Hombre


Muchos de nosotros hemos escuchado frecuentemente  que la palabra de Dios habla de dos naturalezas que tenemos después del nacimiento. La biblia habla de ella en muchas partes, llamada la antigua  como el viejo hombre  o la carne y la nueva como como un cambio de vida o un hombre interior en el espíritu. Además también nos informa de la interminable batalla que hay entre ellas.

Gálatas 5:17
“porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu  es contra la carne; y éstos se oponen entre sí; para que no hagáis  lo que quisiereis”.

Las luchas que a diario libramos pueden ser tan intensas, pero eso va depender de usted mismo, si usted está alimentando al viejo o al nuevo hombre.

¿Y tú a quien estas alimentado?

Una de las mejores formas de despojarnos del viejo hombre es identificar las situaciones vulnerables en nuestra vida, a que somos débiles, con que estamos luchando. Debemos ser inteligentes y esforzarnos para que el viejo hombre pierda fuerza y lo mejor es alimentando al nuevo hombre; pero si ha descuidado esa área espiritual téngalo por seguro que siempre va estar siendo sacudido por el viejo hombre.

Cuando decidimos consagrar nuestra vida a Cristo, nuestro viejo hombre no dejó de existir  más bien tiene un competidor: el nuevo hombre. Pablo en Gálatas 5:17 no solo describe la existencia de estas dos naturaleza sino también la batalla entre ellas. Todos conocemos el bien pero cuando el hombre viejo está a cargo encontrarás una barrera en ti que te bloqueará para hacer lo agradable al nuevo hombre.

Mientras el viejo hombre siga a cargo no podemos ser útiles para Dios; mientras que él nos quiere siervos, nosotros queremos ser jefes, hacemos obras en su nombre pero a pesar del hecho que estas tengan una cobertura espiritual somos nosotros los que las dirigimos y sin el poder divino estas obras son muertas,
De lo contrario, las verdaderas obras espirituales que Dios prepara para nosotros para caminar en ellas (Efesios 2:10), y en las cuales él es nuestro propio camino, nunca las veremos, y que mejor que caminar por sus sendas que ya ha preparado para nosotros.

Desafortunadamente nos extendemos a las experiencias  rudas de la carne y nos perdemos la parte que tienen cobertura espiritual. De esta manera, la verdad  es que es  imposible para nosotros hacer cualquier obra espiritual en nuestra propia fuerza, como Cristo mismo dijo:
Juan 5:30 “no puedo yo hacer nada por mí mismo;  según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busca mi voluntad, sino la voluntad del que me envió´, la del padre”.

Otro pregunta que nos deberíamos hacer es: ¿Quién vive en nosotros?, el viejo hombre o  Cristo, ¿Quién hace las obras el viejo hombre o Cristo?A quien manifestamos en nuestra relación los unos con los otros ; no se nos piden que hagamos obras que se vean espirituales o que actuemos como hombres de espíritu, sino verdaderamente seguidores y hacedores de lo que Dios nos manda a obedecer en su palabra.

Mientras que  no nos hayamos vaciados a nosotros mismos depositando todos nuestros afanes y preocupaciones de esta vida en el Señor, el viejo hombre tendrá espacio para sobresalir y clamar un lugar en nuestro corazón.

Con cobardía jamás vamos a poder despojarnos del viejo hombre ya que ese monstruo poderoso está en nuestra carne y a este solo vamos a derrotarlo teniendo la mente de Cristo. ¿Cuál es esa mente? Me refiero a la mente que lo llevó a la cruz. La misma mente que le permitió negarse a sí mismo y de la completa sujeción a la voluntad de Dios incluso cuando esa voluntad era la muerte.


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