sábado, 15 de marzo de 2014

UNA PERSONA TRANSPARENTE.

UNA PERSONA TRANSPARENTE.

Hace un par de años en mi país se realizaron elecciones para presidente de la república, recuerdo que esa primera vez que comencé a prestarle atención a los comerciales, hubo algo que predomino en cada uno de ellos, que la mayoría que salían ya no hablaban de propuestas ni de proyectos para el país; sino más bien hacían solamente referencia al pasado del candidato de la oposición, de cada uno de ellos, cada partido comenzaba a sacar los defectos personales del candidato de su oposición, e incluso llego al punto que ya no se hablaba del país sino que los comerciales trataban de demostrar “Quien de ellos era el menos malo”.

Esto me recordó que todos nosotros antes de venir a los pies de Cristo, es decir antes que Cristo nos llamara y nos permitiera conocerlo, tenemos un pasado, quizás cometimos los pecados más terribles o quizás éramos personas comunes que simplemente estábamos lejos de Dios. Pero ahora que estamos en la senda correcta, queremos dejar atrás el pecado, ser lo que Dios quiere que seamos, pero muchas veces olvidamos de dónde venimos, olvidamos que estuvimos caminando en la oscuridad, es más nuestra meta es tener un buen testimonio.

“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8

Cuando Cristo se fue a los cielos nos dio poder para ser aquellos que las naciones pudieran ver que cuando el Espíritu de Dios toca la vida de las personas puede hacer cosas muy grandes, nosotros tenemos el poder para demostrarle al mundo que cuando Cristo toca una vida nada puede ser igual, las cosas viejas cambian y todo es hecho nuevo, yo sé que muchos quizás temblamos de imaginarnos que ahora que somos nuevas criaturas alguien hurgara en nuestro pasado y sacara a relucir las atrocidades que cometimos, sabes que esto puede pasar si nos descuidamos. Pero debemos siempre recordar que la pasada manera de vivir va desapareciendo no automáticamente sino poco a poco conforme comenzamos a caminar con Cristo.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,” Efesios 4:22

Este recordatorio es para todos nosotros, para que nos demos cuenta que estamos en un proceso de cambio, que ser personas transparente no se dará de la noche a la mañana sino más bien, estamos en un camino aun lleno de piedras y aun podemos caer en ellas, quizás suene contradictorio lo que escribo, pero no lo es, es cierto que Dios nos entrego el poder para marcar la diferencia, el poder para mantener el pecado lejos de nuestra vida, pero depende de nosotros hacer buen uso de ese poder, depende de nosotros poner en práctica lo aprendido.

Mi hermano si bien el pasado ha quedado atrás y buscamos ir hacia adelante, pero no olvidemos ni nos confiemos que podemos volver a tropezar con la misma piedra, es por ello que día a día debemos meditar en la palabra de Dios, día con día debemos alejarnos de aquellas situaciones que nos puedan hacer caer, día con día debemos implorar a Dios su misericordia, pero sobre todo vivir un día a la vez.

Cuando comencé en la vida cristiana una vez, me queje de quizás yo no sería un buen testimonio para los demás porque jamás fui una persona llena de vicios, nunca tuve experiencias o vivencias extremas de perdición, sino más bien donde Cristo me ayudo fui con mi autoestima siempre fui una persona negativa que vivía la vida a medias, pero ahora soy diferente, lo que te quiero decir con lo anterior es que el testimonio de uno como hijo de Dios no radica en lo impactante que fue tu vida antes de conocer a Cristo sino más bien debe ser en lo impactante que es tu vida ahora que tienes a Cristo en ella.
Para ser una persona transparente solo basta hacer lo siguiente:

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14

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