Despojándonos del viejo Hombre
Muchos de nosotros hemos
escuchado frecuentemente que la palabra
de Dios habla de dos naturalezas que tenemos después del nacimiento. La biblia habla
de ella en muchas partes, llamada la antigua
como el viejo hombre o la carne y
la nueva como como un cambio de vida o un hombre interior en el espíritu.
Además también nos informa de la interminable batalla que hay entre ellas.
Gálatas 5:17
“porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del
espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí; para que no hagáis lo
que quisiereis”.
Las luchas que a diario
libramos pueden ser tan intensas, pero eso va depender de usted mismo, si usted
está alimentando al viejo o al nuevo hombre.
¿Y tú a quien estas alimentado?
Una de las mejores formas de
despojarnos del viejo hombre es identificar las situaciones vulnerables en
nuestra vida, a que somos débiles, con que estamos luchando. Debemos ser
inteligentes y esforzarnos para que el viejo hombre pierda fuerza y lo mejor es
alimentando al nuevo hombre; pero si ha descuidado esa área espiritual téngalo
por seguro que siempre va estar siendo sacudido por el viejo hombre.
Cuando decidimos consagrar
nuestra vida a Cristo, nuestro viejo hombre no dejó de existir más bien tiene un competidor: el nuevo
hombre. Pablo en Gálatas 5:17 no
solo describe la existencia de estas dos naturaleza sino también la batalla
entre ellas. Todos conocemos el bien pero cuando el hombre viejo está a cargo
encontrarás una barrera en ti que te bloqueará para hacer lo agradable al nuevo
hombre.
Mientras el viejo hombre siga
a cargo no podemos ser útiles para Dios; mientras que él nos quiere siervos,
nosotros queremos ser jefes, hacemos obras en su nombre pero a pesar del hecho
que estas tengan una cobertura espiritual somos nosotros los que las dirigimos
y sin el poder divino estas obras son muertas,
De lo contrario, las
verdaderas obras espirituales que Dios prepara para nosotros para caminar en
ellas (Efesios 2:10), y en las
cuales él es nuestro propio camino, nunca las veremos, y que mejor que caminar
por sus sendas que ya ha preparado para nosotros.
Desafortunadamente nos
extendemos a las experiencias rudas de
la carne y nos perdemos la parte que tienen cobertura espiritual. De esta
manera, la verdad es que es imposible para nosotros hacer cualquier obra
espiritual en nuestra propia fuerza, como Cristo mismo dijo:
Juan 5:30 “no puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo,
porque no busca mi voluntad, sino la voluntad del que me envió´, la del padre”.
Otro pregunta que nos
deberíamos hacer es: ¿Quién vive en nosotros?, el viejo hombre o Cristo, ¿Quién hace las obras el viejo hombre
o Cristo?A quien manifestamos en nuestra relación los unos con los otros ; no
se nos piden que hagamos obras que se vean espirituales o que actuemos como
hombres de espíritu, sino verdaderamente seguidores y hacedores de lo que Dios
nos manda a obedecer en su palabra.
Mientras que no nos hayamos vaciados a nosotros mismos
depositando todos nuestros afanes y preocupaciones de esta vida en el Señor, el
viejo hombre tendrá espacio para sobresalir y clamar un lugar en nuestro
corazón.
Con cobardía jamás vamos a
poder despojarnos del viejo hombre ya que ese monstruo poderoso está en nuestra
carne y a este solo vamos a derrotarlo teniendo la mente de Cristo. ¿Cuál es
esa mente? Me refiero a la mente que lo llevó a la cruz. La misma mente que le
permitió negarse a sí mismo y de la completa sujeción a la voluntad de Dios
incluso cuando esa voluntad era la muerte.
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