sábado, 18 de marzo de 2017

¿Y a ti quien te botó?

¿Y a ti quien te botó?


2 de Samuel  4:4
Y Jonatan hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía 5 años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatan y su nodriza lo tomo y huyo;  y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.


He leído tanta veces las sagradas escrituras y siempre me he preguntado por que aparece la historia de este muchacho ¿Cuál es la enseñanza que nos quiere plasmar con estas historias que están en la escrituras y se leen una y otra vez y uno no entiende nada. Y esta es la historia de un niño de apenas 5 años de edad, él cual era hijo de Jonatan hijo de Saúl rey de Israel.

Mefi-boset era un niño el cual por  ser de la realeza tenia privilegios y se podría decir que nada le faltaba, vivía como príncipe en el palacio del rey su abuelo Saúl; un niño que estaba acostumbrado a llevar una vida de príncipe y de un día para otro le cambia la vida.

Esto ocurre cuando llega la noticia que su padre Jonatan y su abuelo el rey habían sido asesinado y por ser el único del linaje de la realeza que quedaba con vida corría peligro y es así que su niñera trata de esconderlo para evitar que lo asesinaran y en su afán de salir a toda prisa se le cae el niño y este queda lisiado para toda su vida y se van para una tierra donde estaban los refugiados  una tierra llamada LODEBAR  donde se iban a huir los que eran perseguidos, una tierra árida, una tierra desierta nada digno de un príncipe y no porque fuera culpable sino que por una decisión basada en emociones alguien que no quería hacerle daño lo botó y lo condena a vivir lisiado para toda la vida.

Me da tristeza cuando pienso como le cambia la vida a un pobre niño que no debía nada ni había hecho nada; lo cierto que es esta historia es como un espejo de lo que muchas veces nos pasa y es que cuando estamos aprendiendo a caminar, cuando la vida empieza a ser fructífera, llena de grandes bendiciones; por ese mismo afán de querer avanzar y querer hacer algo diferente nos confiamos y viene alguien y nos bota de donde estamos, y nos deja marcados para toda la vida: decisiones que marcan, decisiones que duelen, decisiones basadas en emociones siempre tienen a ser equivocadas; seguimos conductas inapropiadas, patrones que no en todas las personas florecen y no es que en todos los caso quien nos bota es que quiera hacernos daños pero lo cierto es que toda decisión fuera del contexto espiritual nunca viene a ser asertiva y en su mayoría los resultados son desastrosos y digo esto porque el pecado siempre deja ese sabor amargo con el que tal vez tengamos que cargar toda la vida.

Cuando llevamos un ciclo de vida en donde Cristo es nuestra prioridad, caminamos y actuamos por fe, aunque no tengamos nada nos sentimos bien;  pero si no tenemos tacto en lo que hacemos y lo que decidimos siempre va haber alguien que nos va botar de la gracia Divina, nadie se cae solo, nadie se hace daño por si solo, siempre es alguien que te bota y venimos a parar al LODEBAR como Mefi-boset a esa tierra de refugiados, a esa tierra desierta y creemos que eso es normal cuando nos acostumbramos a vivir en pecado es allí que dejamos de producir porque el hecho que abunde la caridad humana no significa que estemos bendecidos; cuando usted y yo somos hijos de un Rey dejamos que nos alimenten la migajas de otros.

Lo bello de esta historia es que luego que el rey David había establecido su reino (2 de Samuel 9:1-5), pregunta a sus siervos si había quedado alguien de la casa de Saúl a quien pueda hacer misericordia y allí habían un siervo de la casa de Saúl quien se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David y este le cuenta que ha quedado un hijo de la realeza hijo de Jonatan lisiado de los pies y el rey David en su afán de querer ayudarlo lo manda a traer para entregarle lo que era de su padre y cuando están frente a frente, Mefi-boset le dice a David ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? (2 de Samuel 9-8).

Así nos comportamos cuando nos acostumbramos a que el pecado nos pisotee, creemos que nos merecemos llevar esa vida de precariedad anhelando cosas que no nos merecemos por ser hijos del Rey y así como Mefi-Boset no se sentía merecedor de la misericordia del rey David; así nos sentimos cuando estamos caminando apartado de lo espiritual, cuando Dios hace ratos que dejó de ser prioridad en nuestra vida.
Creemos que porque alguien nos botó de donde estábamos y que íbamos tan bien y esa caída nos hizo tal daño que no creemos ser merecedores de la misericordia de nuestro padre para levantarnos de nuevo, porque Satanás es así, cuando hemos estado en el  suelo tanta veces  el enemigo nos hace pensar que Dios ya no se interesa por nosotros, porque estamos sucios, porque estamos manchados y por ello Dios ya no nos puede perdonar y por ese temor es que preferimos vivir en el LODEBAR.

Quizá se esté preguntando ¿y a mi quien me botó?, ¿desde cuándo estoy caído?, ¿Por qué no puedo levantarme?  Y no necesariamente puede ser una persona la que te haya botado, pero solo identificando que parte de nuestro cuerpo esta lisiada a causa de esa caída, solo así nos vamos a poder levantar, solo así reconoceremos que no merecemos vivir en el LODEBAR,  y no esté buscando una caída literalmente; quizá sean tus manos, tus pies, tus ojos, tus oídos, tu curiosidad las que te llevaron a quedar lisiado; quizá sea tu orgullo el que no te deja seguir adelante, esa falta de perdón por eso que te hicieron y que no era justo, esas raíces de amargura que vienes cargando desde mas de una década; que parte de tu cuerpo aun esta lisiada porque te botaron y no crees ser merecedor de volver a levantarte, pues te tengo una noticia y es que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo es tan grande para con sus hijos que siempre quiere ayudarnos porque somos sus herederos, quizá hoy sea ese momento de dejarnos ayudar, de aceptar lo que nuestro Rey nos quiere dar, que nos dejemos cobijar de su eterna gracia, que no nos sintamos culpables porque nos botaron, no sintamos vergüenza de confesar que parte de nuestro cuerpo está lisiada.


Tal vez vivir en el LODEBAR te parezca cómodo o te hayan hecho creer que eso es lo que te mereces, la  verdad no es  cierto… deja que sea Cristo el centro de tu vida acepta con humildad sus misericordias y recibe esa heredad que por ser de la realeza te corresponde, no te condenes a vivir en esa tierra que no te produce nada, no te condenes a vivir de las migajas que caen de la mesa pudiendo comer de lo que hay en la mesa como Mefi-boset. Deja que la vida te sonría… despierta y levante y no veas al mundo porque allí hay tantas manos que te quieren socorrer, pero de seguro allí te van a botar; mientras que si dejas que sea Cristo quien te socorra él nunca te va a botar porque estarás  en las manos correctas.

Quizá estemos ciegos y no podamos identificar de donde nos botaron, quien nos boto, de donde nos caímos, pero tú que eres mi señor, tú que eres mi padre guíame al buen camino, muéstrame de donde y porqué estoy lisiado para no volver a cometer esos errores del pasado, líbrame de esa costumbre de vivir en el DELODEBAR, permite señor que sea productivo, que sea tu heredero para bendición del reino, haz misericordia conmigo, déjame palpar tus bondades para poder comer en tu mesa; alabado seas Señor por permitirme entender y comprender el porqué de las historias que dejaste plasmada en las escrituras, porque en ellas tu nos muestras que contigo siempre tenemos oportunidad de levantarnos.



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