CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA
Cuando un
niño se cae sufre la consecuencia de las caídas; pero porque no conoce el
camino y por eso tropieza.
Nosotros tropezamos aún
conociendo el camino correcto, a veces andamos por caminos oscuros, o peligrosos pero no
porque ignoremos las consecuencias, más bien estamos cómodos en el lugar que andamos
aunque sabemos el dolor que nos traerá el cambiar de dirección el rumbo de
nuestras vidas.
Recuerdo que hace un par de días
cambié la dieta que mi médico me había recomendado al comer alimentos que para
mi están prohibido y la consecuencia fue desastrosa que tuve que esperar casi 2
días para poder estabilizarme, no es que ignorara lo que me iba a pasar más
bien fui rebelde, egoísta, necio y desobediente; pero al final me di cuenta que
el único culpable fui yo porque sabiendo lo que me hacía daño volví a
consumirlo.
Muchas veces buscamos culpables y
hasta nos atrevemos a cuestionar a Dios que permite que suframos, cuando
deberíamos pedir perdón y cambiar esa forma de vida que estamos viviendo, pero
no reconocemos que los únicos culpables somos nosotros mismos.
Dios nos ha dejado un mapa para
que nos guiemos y ese mapa es su palabra; sin embargo conociendo el camino de
la verdad nos desviamos por caminos que no conocemos en donde solo
encontraremos soledad, amargura, llanto y sufrimiento. Si bien es cierto
Nuestro padre nos perdona cada vez que decidimos regresar a sus caminos; pero
la consecuencia la pagamos nosotros mismos.
Recordemos la historia del hijo prodigo LUCAS
15:11-32 pero me llena de emoción lo maravilloso que es Nuestro padre Celestial
en el versículo 20
“y levantándose, vino a su padre. Y cuando aun estaba lejos,
lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su
cuello, y le besó. Versículo 21 y el hijo le dijo: padre, he pecado contra el
cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo, Versículo 22 pero
el padre dijo a sus siervos: sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned el
mejor anillo en su mano, y calzado en sus pies”.
Aquí vemos
la grandeza de nuestro Dios que aunque regresemos acabados y vencidos por el
pecado, él siempre nos está esperando con los brazos abiertos.
Dios siempre esta está pendiente de nosotros, y nos está advirtiendo para que huyamos del
pecado; pero lo ignoramos. No reconocemos la salvación tan grande que no ha
regalado y nos portamos como hijos desobedientes, necios y rebeldes; pero
tropezamos porque no queremos apartarnos de las pasiones del mundo. Dos
caminos tenemos a seguir en pecado y vivir una vida de sufrimiento y
condenación o descansar en nuestro salvador y vivir una vida llena de gozo, paz
y salvación
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