El fuego extraño de los cristianos
Y dicen las sagradas
escrituras que los hijos de Aarón ofrecieron fuego extraño y Dios les quitó la
vida Levítico 10: 1-2
Analizando a profundidad este
versículo vemos como Moisés era una
persona que llegó a creer y a tener confianza plena en Dios, pero Aarón era
quizás más creyente porque conoció a Dios antes que su hermano por ende sus
hijos habían sido educado bajo el temor de Dios.
Como cristianos o hijos de
Dios hacemos cosas o actuamos como extraños y no como hijos de Dios, en nuestra
vida cotidiana estamos expuestos al libertinaje porque aunque somos hijos de
Dios vivimos en el mundo donde todavía hay pecado, por ello si perdemos la
visión de lo que somos fácilmente nos contaminamos de lo que vemos, nos dicen o
escuchamos.
Si usted es un profesional al
levantarse tiene que pensar que es un profesional y por ende actuar como tal.
El medico al comenzar su día
se prepara pensando que como médico tiene que evitar ciertas cosas que le
impedirían hacer bien su trabajo, sabe que no debe ingerir sustancias embriagantes ni drogas porque
necesita estar sobrio para atender a sus pacientes.
Un abogado penalista sabe que
no puede enfrentarse a su adversario y hacer una buena defensa si no prepara un
buen argumento y va seguro de hacer su trabajo.
Nadie que tiene una profesión y
al comenzar su día se imagina que simplemente porque es un profesional técnico
y especialista en lo que hace todo le va a salir bien, de seguro le va ir mal y
quizá al final del día termina con un mal sabor no solo porque algo le salió
mal sino porque lastimó a otros siendo no el que debería ser, sino un extraño
al conocimiento de los demás
Como hijos de Dios sabemos que
tenemos que ser luz, intachables, testimonio, guías espirituales y seguidores
de Cristo, por ello un verdadero cristiano que huele a oveja, tenemos que ser
constantes en lo que hacemos independientemente si llueve o no, si pasa el
autobús o no, si mi jefe me trata bien o no, si recibí el aumento que tanto
anhelaba, si el resultado de mis exámenes era el que esperaba o no, si tengo o
no tengo el trabajo anhelado, per eso así como un profesional piensa en lo que
debe hacer para ejercer bien si profesión, los hijos de Dios también tenemos
que recordar siempre lo que somos, que hemos renunciado al mundo y eso
significa que tenemos grandes enemigos a los que nos enfrentamos día con día,
pero si al comenzar el día nos concientizamos que somos hijos de Dios e
identificamos lo que tenemos que hacer estoy seguro que haremos que lo que Dios
quiere que hagamos independientemente si tenemos o no el mejor de los días.
Pero cuando nos confiamos
creyendo en un Dios automático y en un poder sobrenatural que jamás me va
abandonar con el simple hecho de creer que porque soy hijo de Dios, él está
obligado a que mi día sea placentero y que siempre me va ir bien; es allí que
empezamos a ofrecer juego extraño porque
olvidamos que dependemos del creador y hacemos lo que creemos que está bien,
mas no lo que deberíamos hacer dejamos de ser luz para convertirnos en piedra
de tropiezo, dejamos el buen consejo y empezamos a envenenar a cuanto se nos
pone enfrente, es en allí que empezamos a morir porque estamos haciendo lo que
no debemos, nos convertimos en extraños ante los ojos de Dios porque nos
creemos autosuficientes y nos damos permiso
de hacer u ofrecer fuego extraño y lo que antes era para la gloria de Dios
ahora lo hacemos para nuestra propia gloria.
Perdemos la visión de cómo
debemos caminar, nos creemos conocedores al punto que ya no oramos con la misma
intensidad de antes o simplemente ya no
lo hacemos, nos congregamos por costumbre o por necedad más que por necesidad,
ya no hablamos de Cristo porque nos da pena o porque creemos que ya no es para
nosotros sino para principiantes en la vida cristiana, nos volvemos como
aquellos floreros artificiales que solo sirven para adornar manteniendo su color y belleza pero no tienen
vida ni sirven para nada más que para usar un espacio y están allí hasta que
alguien decide reemplazarlos y no me refiero solo en las sillas de las iglesias
sino en todo en cuanto hacemos; no somos indispensables en el trabajo, como
hijos, como esposos, simplemente porque al ofrecer fuego extraño también
morimos.
Un día me dijo alguien que ser
hijo de Dios no es fácil, pero vale la pena porque se goza y es muy cierto porque
la felicidad que le puede dar un gran montón de dólares no es nada comparado a
la seguridad que Dios da cuando es él quien gobierna nuestra vida.
Tómese un momento para para
reflexionar si su fuego es un fuego Santo o es un fuego extraño.
Es mi oración que Dios bendiga
su vida y todo cuanto le rodea que pueda identificar esos patrones de un
verdadero creyente y caminar como hijo de dios y si su fuego es extraño que sea
mi Señor Jesucristo quien le permita regresar a ese fuego Santo y que sigamos
siendo luz para otros, que cada palabra sea un buen consejo y no que sigamos
envenenando a aquellos que necesita de
nosotros Amen.
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