La Familia y su entorno
VII Parte
¿Qué
hacer cuando los hijos se van de casa?
He visto tantos casos en donde familias enteras se
deprimen a tal grado de perder el gozo aun siendo cristianos, cuando sus hijos
por una u varias razones se van de la casa.
Es por ello que como SENDAS DE ESPERANZA, queremos
dar este aporte que estoy seguro será de gran ayuda.
Quiero hablarle del síndrome del nido vacío: me refiero al vacío físico y
emocional que queda cuando los hijos se van.
Si la salida supone una crisis, esta se incremente
cuando se van por rebeldía, egoísmo, malas influencias, inconformidad Etc. Otra
de las causas por las que este sentimiento se acentúa es el tener una relación
matrimonial inestable, conflictiva poco consolidada que se encubría por las
necesidades de los hijos.
En las relaciones estables y equilibradas, esta
etapa de la familia puede ser algo que se anhela en donde se retoman aficiones
y se aspira a nuevos objetivos. La sensación de pena que produce la marcha de
los hijos, puede impedirnos el ver la cara positiva que este acontecimiento
tiene en la vida de los padres. Asique que aquí te proponemos algunas maneras
positivas de como tomarlo:
Reconocer que es un proceso natural que extrañarlos
es inevitable y normal, ¿Cómo no extrañar a alguien a quien amamos
entrañablemente y en quien depositamos nuestras energías y mejores años?
Aprender a dedicar tiempo a nosotros mismos, es tiempo de recordar los sueños que
no pudimos llevar a cabo debido a tantas ocupaciones, de llamar a viejos amigos
que teníamos algo olvidados y los más importante dedicarle más tiempo a Dios,
orar cada vez que pueda y esto hará que no sienta un vacío tan profundo.
Reevaluar y renovar nuestra relación matrimonial con
mayor razón si estamos en el caso de una relación con problemas, que este sea
nuestra razón para esforzarnos con mayor ahínco. Una manera de resolverlo es
preguntarnos ¿Cómo puedo mostrar amor a mi esposo (a)? retomar viejas
aficiones, aspirar a nuevos objetivos.
Pensar en esta nueva etapa como un “premio” por
nuestra dedicación y esfuerzo, por todos los logros que tuvimos al formar a
nuestros hijos, por los cuidados que les
dimos.
Es tiempo de descansar de las preocupaciones
pasadas, de admitir que ya crecieron y disfrutar que ahora son adultos maduros e
independientes.
Renovar nuestro plan de vida, preguntarnos ahora que
quiero en 5, 10,15 años.
Ser sinceros, reconocer que si hay dolor, tenemos
que vivir con naturalidad el duelo y la pérdida, hablando con claridad con
nuestra pareja y amigo, dando y recibiendo afecto.
Pero sobre todo recuerda que en cada etapa de nuestra vida hay un
precioso propósito de Dios
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