jueves, 31 de julio de 2014

¿Qué hacer cuando los hijos se van de casa?

La Familia y su entorno
VII Parte
¿Qué hacer cuando los hijos se van de casa?

He visto tantos casos en donde familias enteras se deprimen a tal grado de perder el gozo aun siendo cristianos, cuando sus hijos por una u varias razones se van de la casa.
Es por ello que como SENDAS DE ESPERANZA, queremos dar este aporte que estoy seguro será de gran ayuda.

Quiero hablarle del síndrome  del nido vacío: me refiero al vacío físico y emocional que queda cuando los hijos se van.
Si la salida supone una crisis, esta se incremente cuando se van por rebeldía, egoísmo, malas influencias, inconformidad Etc. Otra de las causas por las que este sentimiento se acentúa es el tener una relación matrimonial inestable, conflictiva poco consolidada que se encubría por las necesidades de los hijos.

En las relaciones estables y equilibradas, esta etapa de la familia puede ser algo que se anhela en donde se retoman aficiones y se aspira a nuevos objetivos. La sensación de pena que produce la marcha de los hijos, puede impedirnos el ver la cara positiva que este acontecimiento tiene en la vida de los padres. Asique que aquí te proponemos algunas maneras positivas de como tomarlo:

Reconocer que es un proceso natural que extrañarlos es inevitable y normal, ¿Cómo no extrañar a alguien a quien amamos entrañablemente y en quien depositamos nuestras energías y mejores años?

Aprender a dedicar tiempo a nosotros  mismos, es tiempo de recordar los sueños que no pudimos llevar a cabo debido a tantas ocupaciones, de llamar a viejos amigos que teníamos algo olvidados y los más importante dedicarle más tiempo a Dios, orar cada vez que pueda y esto hará que no sienta un vacío tan profundo.

Reevaluar y renovar nuestra relación matrimonial con mayor razón si estamos en el caso de una relación con problemas, que este sea nuestra razón para esforzarnos con mayor ahínco. Una manera de resolverlo es preguntarnos ¿Cómo puedo mostrar amor a mi esposo (a)? retomar viejas aficiones, aspirar a nuevos objetivos.

Pensar en esta nueva etapa como un “premio” por nuestra dedicación y esfuerzo, por todos los logros que tuvimos al formar a nuestros  hijos, por los cuidados que les dimos.

Es tiempo de descansar de las preocupaciones pasadas, de admitir que ya crecieron y disfrutar  que ahora son adultos maduros e independientes.

Renovar nuestro plan de vida, preguntarnos ahora que quiero en 5, 10,15 años.

Ser sinceros, reconocer que si hay dolor, tenemos que vivir con naturalidad el duelo y la pérdida, hablando con claridad con nuestra pareja y amigo, dando y recibiendo afecto.

Pero sobre todo recuerda que en cada etapa de nuestra vida hay un precioso propósito de Dios


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