LA HUMILDAD
Cuando
eres humilde eres libre de orgullo y arrogancia. En la carne te parecerá
difícil; pero en Cristo si es posible, porque estás caminando humildemente en
el poder del Espíritu Santo y no en tu propio poder personal.
1 Pedro 5:5
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos sumisos
unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios y da
gracia a los humildes”
Dios
te manda que en todo lo que hagas lo realices con toda humildad, esto es lo que
a Dios le agrada. Cuantas veces no te exaltas con los demás que poco te conocen
haciéndoles creer que tienes lo mejor y que nada te falta, que no pasas
necesidad y cuando Dios quiere bendecirte por medio de esas personas, la bendición
no llega porque creen que es verdad que no necesitas nada; la bendición no llega
a tu vida porque no estás siendo
humilde.
Cuantas
veces te han tocado la puerta para poder pedirte una ayuda ya sea económica o
material y teniendo que dar contigo tu respuesta ha sido “no”, cuando podes
actuar con humildad y poder ayudar al necesitado. Invocas a Dios para que te
auxilie en momentos de angustia; pero no recibes porque no eres humilde, aun
tienes un corazón arrogante y de esa manera Dios nunca escuchará tus
peticiones.
Cuantas
veces te has creído superior a otros, caminas aparentando lo que no eres,
teniendo de menos a los demás, ¿acaso crees que eso le agrada a Dios? De
ninguna manera, lo que Dios quiere es que nos amenos unos a otros, que nos
portemos como hijos de él, siendo sencillos.
Efesios 4:31-32
“quítese de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería, y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo”.
Tú
puede manejar el trato injusto perfectamente cuando eres humilde y puedes
responder sin ser vencido por la amargura, la humildad piadosa significa que tú
no sientes una necesidad de venganza. Cuando eres humilde puedes responder y
aprender de las criticas sin una actitud defensiva si es merecido o no, del
mismo modo, tú puedes ser consciente de tus fracasos sin ser emocionalmente
desvastado, también puedes pedir perdón cuando eres humilde. Mateo 5:23-34.
Comprenderás
que la humildad es un don que Dios nos da y si aun no eres humilde a lo mejor
te es necesario nacer de nuevo y pedirle que te de un corazón contrito y
humillado.
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