EN VERDAD AMAS A DIOS
Cuando buscamos a Dios en oración o en su palabra
constantemente, empezamos a ser bendecidos porque nuestras oraciones ya están
siendo escuchadas por nuestro padre Celestial, aunque no recibamos exactamente
lo que pedimos, en nuestro corazón hay una paz inmensa que sobre pasa todo
entendimiento y esta solo nos la puede dar nuestro Dios.
Cuando obtenemos el favor de Dios muchas veces
empezamos a perder la humildad, y esto se nota porque en nuestra personalidad
hay un cambio de carácter: ya no le hablamos a cualquiera, nuestras amistades
son selectivas, a la familia la vemos con otros ojos y es ahí cuando sin darnos
cuenta empezamos a apartarnos de Dios.
Porque el amar a Dios es ser agradables para con
todos y no hacer acepción de personas. Nadie puede decir que ama a Dios, si ve con indiferencia
a los que le rodean ya sea en el trabajo, la congregación o la familia o los
discriminas solo porque no son como tú, o porque no tienen los que tú tienes, o
porque no saben lo que tú sabes.
“si alguno
dice: yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama
a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto?”
1 Juan 4:20.
Será que en verdad amas a Dios, si ni aun sos de
bendición para con tu familia, porque tienes pariente que te han lastimado o
has lastimado y por orgullo o arrogancia no quieres perdonarlos. De ninguna
manera puedes decir que amas a Dios porque el buen testimonio debe empezar
desde nuestro hogar. Esto no agrada a Dios, porque el que es nacido de Dios no
guarda rencor, ni resentimiento para con su prójimo y este es el mandamiento de
Dios que si le amamos, también seremos capaces de amar a nuestros hermanos.
“Y nosotros
tenemos este mismo mandamiento de él: el que ama a Dios, ame también a su
hermano”
1Juan 4:21
El que ama a Dios es flexible para con aquellos
que se acercan para pedirle apoyo en el día malo, para aquel que no conoce de
Dios, que necesita de la luz y que en nosotros pueda ver la obra del Espíritu
Santo.
El que ama a Dios no hay en él engaño, no tiene discriminación
para con su prójimo ni hace elección de personas para tenderle su mano.
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