VASOS DE BARRO EN LAS
MANOS DE DIOS
El titulo de este mensaje me hace
recordar a como nos encontrábamos antes que Cristo llegara a nuestra vida,
muchos de nosotros no éramos ni la sombra de lo que somos ahora, estábamos
envueltos en delitos y pecados estábamos como el barro en la calle, en los
pantanos era nada, no teníamos forma ni una razón de ser; pero Cristo apareció
y llego a nuestra vida, nos hizo salir adelante, cambio nuestro lamento en gozo
y sobretodo nos dio esperanza.
“Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu
ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni
fuiste envuelta con fajas. No
hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti
misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio
de tu vida, en el día que naciste. Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus
sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: !!Vive! Sí, te dije, cuando
estabas en tus sangres: !!Vive!” Ezequiel 16: 4-6
Nuestro estado antes de venir a
los caminos de Dios, era realmente deplorable, estábamos perdidos y no teníamos
una razón de existir, antes de conocer a Cristo no valíamos nada pero el vino y
dijo que nos compraba que a pesar de lo pecadores que éramos a él no le
importaba y el pagaba por nuestros pecados.
Quiero en esta oportunidad que
lees estas palabras que recuerdes lo solo que te sentías sin Dios en tu vida,
antes veíamos el mundo contra nosotros, antes no sentíamos el respaldo de nadie
en nuestras vidas, pero ahora todo es diferente somos barro en las manos del
alfarero.
“Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la
rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió
y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra
de Jehová, diciendo: ¿No
podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová.
He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi
mano, oh casa de Israel.” Jeremías 18:3-6
El pasaje anterior nos muestra el
poder de nuestro Dios, que el capaz de hacer con nuestra vida algo bueno,
podemos ser herramientas para que la gloria de Dios se manifiesta en esta
tierra, no creas que necesitas ser pastor, predicador o evangelista para ser
una herramienta de Dios, si quieres fungir estos ministerios te felicito porque
tienes el llamado, pero tú que no eres predicador o evangelista la mejor forma
de hacer que la gloria de Dios se manifiesta en tu vida, es dejándote moldear
por él, ya que si te entregas a él, el hará de ti la mejor escultura, el hará
de ti la mejor versión que puedes ser y así serás una herramienta para él, tu
testimonio hará que se glorifique la gloria de Dios.
Lo único que nos pide Dios es que
seamos lo que somos, barro en sus manos y el hará lo demás.
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