CONVERSACIONES
DAÑINAS
Cuando vamos por
las calles, en el trabajo o en cualquier otro lugar encontramos gente que es
callada, que refleja buenas normas de cortesía o que viste formalmente, nos
hacemos la idea que esta persona es un hijo de Dios, y es probable que no nos
equivoquemos; pero nos llevamos esta impresión porque dan un buen testimonio
con solo escucharlos hablar o por su apariencia.
Estas personas
son de bendición para muchos que no conocen el camino de la verdad y que andan
en tinieblas, porque sin hablarles de un Dios viviente empiezan a creer, ya que
ven las maravillas que Cristo ha hecho o que está haciendo en los demás; mas cuando
conocen la vida anterior de aquella persona y que no era nada agradable.
Esto es bien
común pues de estas personas que dan un buen testimonio vamos a encontrar un
montón, lamentablemente no todos son creyentes. Pero vemos que también habemos
muchos que ya tenemos ratos de estar caminando en el evangelio de nuestro Señor
Jesucristo y a la primera oportunidad dejamos tan mala imagen que lo primero
que critican es a la iglesia en donde nos congregamos, luego al pastor y por último
permitimos que duden del poder de Cristo pues con nuestra actitud dejamos muy
mala imagen y no necesariamente tenemos que hacer gran cosa, con una sola
palabra basta para que dejemos un mal testimonio.
Efesios 5:29
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, si no la que sea buena
para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Cuando estamos
reunidos en cualquier lugar con gente que no tiene a Cristo en su corazón, celebramos
sus conversaciones depravadas, no damos
cuenta cuando ya somos parte de esas pláticas y que triste es que siendo
cristianos en vez de ser luz para los que
viven en tinieblas, los sucumbimos mas, porque nuestras conversaciones ya no
son de edificación. Es bien difícil cuando nos acercamos a estas personas y les
hablamos de las maravillas que Cristo tiene
preparado para sus vidas; pero no nos creen porque no ven esas maravillas en
nosotros y todo porque aún mantenemos un vocabulario del mundo que no da gracia
a los oyentes.
1 Corintios 15.33
No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Cuando venimos
de familia temerosa de Dios, nos han inculcado valores y también hemos
aprendido a vivir con temor a Dios; pero
que pasa cuando nos tenemos que enfrentar a la sociedad, contaminamos nuestra
mente aprendiendo el lenguaje al que no estamos acostumbrado por la necesidad
de hacer amigos ó por temor a ser marginados, llegamos a ser parte de esas
conversaciones que no solo quedarán allí como unas simples palabras; más bien éstas
conversaciones traen consigo lazos que a muchos han apartado del temor a Dios
con el que nos habían educado en nuestro hogar. Mantengámonos alerta, porque
esto lo vivimos a diario y no dejemos que las malas conversaciones corrompan
las buenas costumbres, porque por insignificante que parezca una palabra fuera
de contexto se puede convertir en una conversación dañina con resultados
pecaminosos
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