La idea de Dios al crear al ser humano era que
pudiera vivir una vida feliz y perfecta; pero si usted tiene vida se dará
cuenta que siempre hay circunstancias por las cuales es necesario pasar y
muchas de ellas nos dejan huellas con las cuales tenemos que vivir toda la
vida.
La vida es
como una carretera que tiene curvas, pendientes y cuestas, pero si sabes
conducir nada ni nadie te va a poder detener y vas a poder seguir adelante a
pesar de las dificultades que se te presenten, y es que ser hijo de Dios no te
garantiza un vuelo sin turbulencias, lo que Dios si te garantiza es un
aterrizaje suave y seguro.
Eso es lo
que tendría que anhelar todo creyente tener un aterrizaje suave y tranquilo,
pero no pensar que va a tener una vida color de rosas; es idílico creer que por
ser un hijo de Dios no vas a pasar por las tormentas espirituales, pero no es
cierto, tarde o temprano vas a tener que pasar por situaciones muy difíciles,
dolorosas y complicadas en donde vas a necesitar haber madurado espiritualmente
para poder sobrellevarlas.
Por ello es
que insisto en la mayoría de mis publicaciones que es necesario que alimentemos
el hambre espiritual para que cuando venga el día malo tengamos reservas
espirituales que nos permitan poder sobrevivir.
Habrá
notado que cuando nos llega una enfermedad, si nuestro cuerpo no cuenta con los
nutrientes y proteínas adecuadas cualquier enfermedad nos va a mandar a la
cama; pero si nuestro cuerpo cuenta con todos esos nutrientes va ser más
factibles poder contrarrestar cualquier enfermedad, pues igual cuando nos
alimentamos espiritualmente vamos a tener las fuerza necesarias y no habrá tormenta
que nos pueda derribar.
En la vida
de todo ser humano siempre habrá tormentas, sean estas de perfección o de
corrección.
La tormenta
de corrección llega cuando Dios quiere detener o cambiar ese tipo de vida que
estás llevando que no te produce bendiciones; cuando Dios quiere quebrar tu
carácter; cuando Dios quiere arrancar esas conductas inapropiadas que te están
llevando por caminos alejados de su propósito, porque muchos hemos sido
trasladados del reino de tinieblas al reino de luz, pero no nos estamos dejando
gobernar por aquel que nos creó para un propósito en esta tierra, seguimos
viviendo vidas impuras, hemos dejado de practicar la piedad para satisfacer
nuestro propio Yo, creyendo que amamos a Dios pero no somos capaces de amar a
su creación. A menudo nos quejamos, que por qué nos pasan tantas cosas, de las
cuales nos hacen dudar de la existencia de un ser Divino y por qué permite que
el ser humano caiga en sufrimiento; lo cierto es que Dios nos ama tanto que le
pesa que siendo sus hijos estemos sirviendo a otro gobierno donde nos
permitimos hacer cosas que no edifican, muchas veces hacemos cosas que no
parecen malas pero su efecto es desastroso; es ahí que nuestro testimonio es el
resultado de lo que somos y lo que hacemos, es por ello que muchas veces es
necesaria la tormenta para corregirnos y volver a su rebaño.
Hebreos
12:11 dice: es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da frutos apacibles de justicia a los que
en ella han sido ejercitados.
A nadie le
gusta ser reprendido, nadie quiere que lo reprendan, porque la reprensión
muchas veces duele, causa vergüenza, no porque sea mala la disciplina; sino
porque estamos llenos de orgullo y soberbia que lo único que predomina en
nuestro interior es nuestro propio Yo y es por ello que a veces adoptamos
conductas inapropiadas que nos apartan del propósito para el cual fuimos
creados, porque en todo lo que hacemos evidenciamos lo que somos, eh ahí que
Dios ve que nos estamos alejando de su rebaño y si él no interviene nos vamos a
lastimar; por ello permite que pasemos por ciertas circunstancias que van a
corregir tu caminar, y evitarnos un sufrimiento mayor, lagrimas, vergüenza,
tristeza y lamento porque fuera de la cobertura divina es lo único que vas a
encontrar.
Cuando la
tormenta de corrección llega no es precisamente porque estés haciendo mal las
cosas; sino porque tu diario vivir no está produciendo, estamos muy cómodos, no
hacemos más de lo cotidiano y estamos llevando una vida basada en emociones y
no en convicciones, el buscar de Dios lo hemos vuelto una rutina pero no lo
estamos viviendo y nos hemos encerrado en una fe que no nos produce nada,
amanece oramos, llega la tarde nos congregamos, llega la noche leemos la
biblia, pero el resto de tiempo no hay manifestación del espíritu Santo porque
no reconocemos que en todo y cuanto hacemos Dios tiene que ser nuestra guía.
Todo el que se acomoda espiritualmente, entra en un estado de reposo y solo una
tormenta puede despertarlo, Dios necesita que seamos de bendición, que seamos
sus mensajeros y testigo de su gracia aquí en la tierra.
Pero
también hay tormenta de perfección que te permite escalar a otro nivel, llega
cuando Dios quiere que dependas más de él, quiere prepararte para usarte desde
otra perspectiva, porque Dios sabe que entre más le conoces más le sirves, la
tormenta de perfección te permite escalar, te lleva a recibir dones diferentes,
privilegios para que le sirvas con mayor eficacia.
Génesis
12:1 Pero Jehová habían dicho a Abraham: vete de tu tierra y de tu parentela y
de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Analizando
la vida de Abraham, era un hombre que tenía sus comodidades, un hombre
hacendado y a sus 75 años decidió obedecer a Dios y se fue con todo sus bienes,
sus criados que había adquirido en Harán la ciudad don él vivía. Abraham lo
tenía todo no vivía en carencia, sus siervos tuvieron altercados con los
siervos de su sobrino Lot porque tenía tanto ganado que la tierra donde estaban
no era suficiente el pasto para poder mantener el ganado de ambos y en Génesis
13:2 nos confirma que Abraham no solo era rico sino riquísimo en ganado, en
plata, y en oro; pero Dios quería hacer algo en él, quería utilizarlo como un
instrumento donde se pudiera manifestar su gracia y es allí que Dios suelta
para Abraham un tormenta de perfección.
Dios quería
que por medio de esta tormenta Abraham depositara toda su confianza en él,
fortalecer su carácter y quería estar más cerca de él, pero esta tormenta
también trae aflicción como la tormenta de corrección, probablemente este
hombre estaba tranquilo, feliz gozando de su trabajo en Harán y decide obedecer
para seguir un camino que no conocía y que podría parecer incierto y en el
camino muchas cosas se complican, tuvo que salir a pelear para rescatar a su
sobrino, llega a Egipto se enfrenta con una hambruna que estaba pasando en la
tierra, luego el faraón de ese entonces le quita a su mujer Sara y la lleva al
palacio para que pasara una etapa de preparación para convertirla en su esposa,
creo que eso no era fácil para Abraham, pero no se detuvo y 24 años
después Dios le promete un hijo en su vejez, pero años después el mismo Dios
quien le había levantado, le estaba pidiendo al hijo para que se lo ofreciera
en sacrificio. Abraham creyó y obedeció, porque cuando Dios manda es que hay
que obedecer, Dios quiere que su pueblo le crea y cuando creemos se activa la
mano de Dios, la fe de Abraham cambia la perspectiva de la humanidad porque
hasta ese momento la tierra estaba maldita, pero el que Abraham creyera abre la
bendición hacia la tierra y a la humanidad, vemos que creer y obedecer es
fundamental para lograr una madurez espiritual.
A lo largo
de toda su santa palabra, podemos ver como grandes hombres de Dios tuvieron que
pasar por situaciones muy difíciles para lograr el propósito de Dios sobre sus
vidas, usted y yo sabemos que no es nada alentador pasar por una tormenta, pero
son necesarias porque a través de ellas podemos contemplar su gracia Divina;
probablemente no estemos haciendo nada malo; pero cuando Dios quiere llevarte a
otro nivel, fortalecer tu carácter, cuando Dios quiere corregirte siempre va a
llegar a tu vida una tormenta sea esta de perfección o de corrección.
A Abraham
le perfeccionó para que fuera el padre de la fe, a José le perfeccionó para
liderar una nación en tiempos difíciles, a Moisés le perfeccionó para que
libertara a su pueblo, a Josué le perfecciono para que condujera a su pueblo a
la tierra prometida, hágase la pregunta para qué Dios le esta perfeccionado y
si su vida esta tan suave y cómoda anhele su tormenta para que Dios se pueda
manifestar y guiarle a cumplir el propósito para el cual ha sido creado.
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